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Todos estamos constantemente aprendiendo algo, practicamos, tomamos atajos, volvemos a practicar… Es el proceso normal de aprendizaje.

Mientras aprendemos, todos hemos dicho alguna vez: «lo haré bien cuando sea el momento». Te dices que ese pequeño atajo o imperfección lo corregirás cuando estés en la situación real: un concierto, un partido, una presentación, un examen, una entrevista, una reunión…

La verdad es que esto no ocurre.

Si tomas atajos ahora y no lo aprendes bien, a la hora de la verdad no lo harás bien tampoco.

Cuando llega el momento, cuando hay estrés, tu cuerpo y mente dan un paso atrás y son capaces de hacer solamente lo que has ensayado una y otra vez. Si lo has practicado mal, lo harás mal. Si lo has practicado bien, lo harás bien.

Como dijo Will Durant: «Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia no es un acto sino un hábito».

¿Por qué nos ocurre esto?

Según los estudios que he podido encontrar, en situaciones de estrés, el cuerpo humano tiende a mandar una señal para que se apague temporalmente el córtex prefrontal del cerebro que es la parte más evolucionada, capaz de procesar pensamientos y de tomar decisiones.

Esto produce que pase a estar al mando «el cerebro medio», que es la parte más básica, en la que se sitúa el mecanismo de «lucha o huida» y el instinto.

Por ello, en el momento de la verdad, cuando más estrés tienes, el entrenamiento y el instinto se superponen al pensamiento racional y al razonamiento y actuamos con lo que tenemos interiorizado solamente.

Si estás aprendiendo algo, apréndelo bien. No tomes atajos porque es como lo harás cuando realmente lo necesites.