En el mundo del emprendedor se habla mucho de «hacer tu pasión», de dejar ese alienante trabajo diario para otros y empezar algo nuevo para ti. Se vende que de ésta forma vas a ser más feliz.
Puede que sea así. Pero puede que no.
Muchas veces la mejor forma de matar una pasión es dedicándote profesionalmente a ella. Ves que muchos que han emprendido ese camino, al de poco tiempo, están quejándose.
¿Por qué nos ocurre esto?
Estamos permanentemente insatisfechos. Queremos lo que no tenemos y lo que tenemos lo desdeñamos. Cuando no queremos algo material, queremos un logro, o un objetivo, o una recompensa y si no, toca quejarse.
Por supuesto, cuando conseguimos algo, pasamos directamente al siguiente objetivo. Parece como si la vida nos lo debía y simplemente cogemos lo que era nuestro. Lo que nos merecíamos.
Cabría pensar que este tipo de comportamiento sólo se ve en las personas que suelen estar en su zona de confort, pero se ve mucho en las personas con iniciativa también. Todos lo hacemos de una manera u otra.
Te marcas unos objetivos: visitas al blog, ventas, clientes, ofertas, productos, deadlines, etc… y cuando los consigues pasas de largo y a lo siguiente.
Debes vivir más el presente, saborear «el proceso». Saborear tus pequeños logros. Ser más consciente. Este hecho separa a las personas más felices de las que no lo son tanto.
Haz que te guste lo que haces y así harás lo que te gusta.
Como dice Bryan Johnson, fundador de Braintree (una empresa dedicada a los pagos online que está creciendo como la espuma):
“Estos días se habla mucho de “seguir tu pasión.” Pero, ¿puedes ser una apasionado de las tarjetas de crédito?
Yo no siento especial pasión por los pagos on line, pero sí siento pasión por intentar construir una buena compañía.”
Además de disfrutar el proceso, debemos mantener los tres pilares de la motivación intrínseca, que como Dan Pink desarrolla en su gran libro Drive, son autonomía, propósito y llegar a ser una referencia o un experto.
Te dejo un video que merece la pena ver. Explica el libro en unos minutos:
Vale, disfruta tu presente.¿Y el futuro? ¿Y el pasado?
Por supuesto debemos reflexionar sobre el pasado. También debemos planear, marcarnos objetivos y mirar al futuro. Pero sin obsesionarnos.
Mantén en la caneza una pizca del propósito final que tienes con tu empresa, trabajo o proyecto. No de tus objetivos intermedios sino de eso que es más grande que tú y que deseas llevar a cabo. (“Ayudar a la gente a…”, “facilitarles la vida”, etc…).
Mantener en la cabeza el propósito final que tenemos y saborear el proceso son dos de las claves para mantenerse motivado y feliz a la larga. Y esto — para construir algo que merezca la pena — es crucial.
Lo dicho. Debemos disfrutar el proceso.