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Seguramente te habrás fijado en las tertulias o debates de la TV cómo dos personas están hablando sobre un mismo tema y habitualmente el que no tiene la palabra en ese mismo momento, no está escuchando, está pensando qué decir para soltarlo directamente en cuanto la otra persona acabe de hablar.

Estamos acostumbrados a eso, a que cuando escuchamos a alguien, escuchamos con una intención, normalmente con la intención de defendernos o resolver un problema.

Casi todos escuchamos con la intención de tener algo que decir en cuanto la otra persona termine de hablar o haga una pausa. ¿No resulta curioso? ¿No debería haber alguna pausa de vez en cuando en la que pensamos qué decir y si merece la pena?
Si no lo hacemos así, ¿No es más parecido a dos monólogos que a un diálogo?

Por supuesto, en TV esto ocurre multiplicado por diez, puesto que una pausa no es algo que se contemple hoy en día. Lo importante es que ves que ocurre también en nuestras conversaciones, reuniones, charlas, etc…

Si nuestro interlocutor está echándonos algo en cara, o la conversación nos parece que tiene implicaciones personales, nos pasaremos el tiempo que esté hablando la otra persona, pensando nuestra defensa y argumentándola en nuestra cabeza.

Desde luego, no escuchándole.

Es como si, cuando nos sintiésemos atacados y nuestra cabeza prepara la defensa, nos subiese un nivel de agua y tapase nuestros oídos: Ya no escuchamos.

Libros como Los 7 hábitos de personas altamente efectivas, nos proponen algo diferente para mejorar la comunicación y evitar que se produzca esto: Escuchar con intención de estar de acuerdo.

Si, si, escuchar pensando que lo que dice la otra persona es verdad.
Así, por defecto.

Y si lo pensamos un momento, lo normal es que así sea. En la gran mayoría de los casos, la persona que tenemos en frente, un amigo, tu pareja, un compañero de trabajo, etc, está diciendo SU verdad y la está expresando tal y como la ve y la siente.

Imagina que escuchas con la intención de estar de acuerdo. El cambio es radical.
El estar más abierto desde un inicio es la manera más rápida de que nuevas ideas penetren en tu cabeza.

Seguramente esas personas no tengan la verdad al cien por cien. Tú tampoco muy probablemente. Si escuchas con la intención de estar de acuerdo, descubrirás al menos algo de verdad en lo que dicen y podrás encontrar puntos sobre los que construir.

En lugar de buscar algún punto que puedas defender o algún detalle que sepas a ciencia cierta que no es cierto y atacar por ahí,
escucha con intención de estar de acuerdo, profundiza en la comunicación no verbal de esa persona y estate dispuesto, abierto a creer que lo blanco es negro durante dicha conversación.
Verás cómo hace que la comunicación sea mayor, veas nuevas ideas y se lleguen a mejores soluciones.

Escuchar con atención y dispuesto a estar de acuerdo requiere cierto esfuerzo, requiere tragarse el orgullo y ponerse en una situación menos implicada personalmente para poder llegar a un acuerdo, entender realmente a las demás personas y construir mediante una conversación.

Con seguridad te resultará difícil porque estamos acostumbrados a lo contrario, a defendernos y a dejarnos llevar por el orgullo.
Pruébalo. Prueba a «estar de acuerdo» por defecto en una conversación. Descubrirás que te estás perdiendo gran parte de las ideas de los demás, la oportunidad de entenderles más y mejor y de resolver y avanzar sobre determinadas cuestiones.

Un truco que te funcionará bien es el de empezar tu turno de palabra con «si, y …». Al empezar de esta manera nos forzamos a estar de acuerdo y dar nuestro punto de vista. Hace que la conversación construya y que, frecuentemente, se lleguen a soluciones.

No seas un «stopper» de la conversación con frases del estilo de «No creo eso», «No estoy de acuerdo», «No», etc… En su lugar, estate abierto y dispuesto a las ideas de los demás. No se trata de a ver quien gana sino de comunicarse y solucionar temas.

Cada vez que pienses que hayas «ganado» una conversación recuerda que no lo has hecho. Si dejas a la otra persona sin argumentos haciéndole que se sienta como un balón desinflado, estarás haciendo que dicha persona no exprese cómo se siente realmente acerca de un problema, que no te comunique toda la información, y, en consecuencia, te sentirás que habrás «ganado» pero habrás perdido una ocasión para arreglar algo o avanzar en ello.

Si quieres profundizar más en este tipo de escucha, te recomiendo: The Plateau Effect: Getting from Stuck to Success.